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14/05/2017
Liga Nacional
LEO, SE RETIRÓ EL MÁS GANADOR
Leo Gutiérrez le puso punto final a su carrera en la victoria de Peñarol ante Quilmes. Su hijo estuvo en el plantel de Peña en este duelo.
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Si antes del encuentro le hubiesen preguntado a Leo Gutiérrez cómo se quería despedir de la Liga, seguramente su respuesta no hubiese sido  muy distinta a lo que terminó ocurriendo: Peñarol superó por 77-74 a Quilmes, en un duelo sumamente emotivo y que recién se definió en la última bola. Gutiérrez tuvo una buena actuación (13 puntos y 7 rebotes), mientras que Juan Manuel Torres (19 y 8) fue la gran figura de la noche. Por Quilmes no alcanzaron las 17 unidades de Luca Vildoza.
La fiesta del clásico no podía ser de otra manera: bomba de Leo para inaugurar lo que fue su último partido como profesional. A partir de ahí, las tácticas de ambos equipos quedaron muy marcadas: Quilmes apostó por el desequilibrio de su picante media-cancha, mientras que Peñarol trataba de establecer a Juan Manuel Torres cerca del aro. Los de Richotti fueron algo superiores, liderados por el propio Gutiérrez (7), pero un buen ingreso de Ariel Eslava terminó dejando el marcador igualado en 18.
El segundo período no se quedó atrás en términos de paridad. El Cervecero encontró soluciones con varios lanzamientos de tres puntos, pero seguía sin poder frenar a Torres en la zona pintada. Además, Louis Dabney trajo un par de conversiones desde el banco y dentro de un panorama sumamente cerrado, Peñarol se pudo ir a los vestuarios con una pequeña ventaja en su favor: 40-38. De todas maneras, todo estaba absolutamente abierto para una segunda mitad apasionante y muy caliente.
En la reanudación del partido, el Milrayitas marcó diferencias de la misma forma que lo había hecho en el primer tiempo: con la presencia de Torres cerca del aro. El pivote fue clave para que su equipo saque 8 de máxima, aunque Quilmes no tardó en reaccionar y volvió a meterse en juego con la contribución de Iván Basualdo y Luca Vildoza. Cuando parecía que nuevamente nos iríamos con el resultado cerrado, una ráfaga de Juan Pablo Figueroa inclinó la balanza para el lado de Peñarol, terminando el período al frente por 61-56.
El inicio del cuarto parcial, sin embargo, trajo una historia completamente distinta: Peñarol seco (3 puntos en 5 minutos) y un Quilmes sacando provecho de la situación, llegando a pasar adelante por cinco tras un triple de Ivory Clark. Un time-out de Richotti pareció despertar a su equipo, que rápidamente pudo quebrar la mala racha, tomar ritmo e igualar el marcador para llegar a un final vibrante. Con un minuto por jugar, el tablero mostraba un empate en 74.
El 74-74 se mantuvo hasta que faltaban 16 segundos, cuando Steffphon Pettigrew adelantó a Peña con un tiro libre (75-74). En la siguiente posesión, Vildoza no pudo convertir y la bola cayó en manos de Leo. Intentando hacer correr el reloj, el ala pivote la lanzó hacia arriba, con la fortuna de caer en manos del propio Pettigrew, quien estampó el 77-74 final. Quilmes ya no tuvo tiempo para intentar un triple y el festejó se desató del lado milrayita, con un protagonista muy notorio: el eterno Leonardo Gutíerrez, buscado y abrazado por todos sus compañeros.

Juan Estévez / juanestevez@basquetplus.com
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @JuanEstevez90
 
Llegó el día impensado. Todo tiene su final, incluyendo la carrera más gloriosa que haya visto la Liga Nacional en sus más de tres décadas de existencia. Leo Gutiérrez jugó esta noche su último partido como profesional, retirándose tras el clásico marplatense ante Quilmes. Con él, se despide una parte inmensa de la historia del torneo: ya nada será lo mismo sin el nacido en Marcos Juárez.
Hablar de logros, números y datos, parece limitar el alcance de lo que realmente significó el cordobés. Pero valen la pena para al menos ayudar a contextualizarlo: Leo se retira como el jugador con más presencias en la Liga Nacional (1106), el tercero con más puntos (14531) y por un buen margen, el más veces campeón (10 títulos con cinco equipos diferentes). Ganó tres Copas Argentina, tres Súper 8, dos Sudamericanas, un Sudamericano de Clubes Campeones, una Liga de las Américas y dos Interligas. Fue elegido cuatro veces MVP de la fase regular y otras cuatro como el más valioso de las finales y tiene en su poder varios récords, incluyendo el haber anotado 15 triples en un solo partido.
¡Y qué decir de su paso por la selección! Fue parte del corazón de la Generación Dorada, ganando tres Sudamericanos, un FIBA Américas, un subcampeonato del mundo, una medalla de bronce olímpica y por supuesto, el oro en Atenas 2004, en una de las mayores gestas deportivas de nuestro país. En resumen, se despide el ganador más furioso que hayamos disfrutado en la Liga y aunque seguramente le hubiese gustado irse en otro contexto desde lo colectivo, basta con hacer un breve repaso de su currículum para darse cuenta que no le quedó absolutamente ninguna cuenta pendiente: ganó literalmente todo en lo que compitió.
De todas formas, no son solamente sus trofeos o sus números los que destacan la figura de Leo. Hay varias cuestiones fundamentales para entender por qué hablamos de alguien realmente único. Una de ellas pasa por su progreso, ejemplificado en el desarrollo de su tiro de tres: durante sus primeras siete temporadas en la Liga, anotó un total de 18 triples (su máximo en una campaña fue 6). Pero cuando se dio cuenta que necesitaba mejorar ese aspecto para ser realmente efectivo, no se conformó con obtener un lanzamiento pasable... ¡se volvió uno de los tiradores más peligrosos del mundo! Hoy se retira como el triplero más prolífico de la historia del torneo y como ya mencionamos, dueño de marcas del calibre de sus 15 triples en un solo juego. El no conformarse, ir siempre por más y superar todas las expectativas, fueron marcas registradas de este gladiador.
Otro punto significativo que llena la carrera del cordobés es su capacidad de liderazgo. Se puede debatir sobre gustos particulares a la hora de elegir al mejor jugador de nuestro básquet  a nivel nacional, pero lo que no se puede poner en duda es que nunca se ha visto un competidor del tamaño y la personalidad de Leo. Durante varios años, la Liga parecía tener una máxima infalible: el equipo que tuviera a Gutiérrez en sus filas, se llevaría el título. Y no porque siempre estuviera en los planteles más talentosos. No, la clave pasaba por sus dotes naturales para hacer lo necesario para cumplir con su obsesión: terminar el año levantando una copa. Eso mismo que logró en casi 30 ocasiones durante su carrera, siempre en menor o mayor medida, con algún aporte clave para conseguirlo. Si había que elegir a un jugador para un partido, una posesión, un tiro, Leo siempre fue el indicado.
Su legado en el básquet nacional es difícil de dimensionar en este momento, cuando recién nos estamos empezando a imaginar una Liga sin Leonardo Gutiérrez. Pero su leyenda es realmente imposible de pasar por alto: en los estadios donde no ganó un título, hay recuerdos de alguna noche memorable; los entrenadores o jugadores que tuvieron la suerte de compartir algún plantel, no dudan en marcar su importancia extrema y quienes no tuvieron esa fortuna, igualmente reconocen su lugar en el pedestal más alto al que se puede llegar. Los hinchas que no lo disfrutaron, lo sufrieron con el deseo oculto de poder verlo con su camiseta puesta. Leo potenció y jerarquizó todo lo que tocó.
Las canchas argentinas ya no tendrán al más grande de todos. El tiempo traerá otras estrellas, otros líderes, otros campeones, otras leyendas... pero jamás otro Leo Gutiérrez. 

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