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29/03/2019
NBA
MANU FOR EVER
San Antonio homenajeó a Emanuel Ginóbili en un día que tuvo de todo.
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David Ferrara, @davidferrara35
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Tenía que ser en la trasnoche, casi de madrugada, ese horario mágico en que las emociones florecen con menor oposición y en el que los sentidos se magnifican. Tenía que ser en el ocaso de la jornada y el nacimiento de otra, para exigir a un esfuerzo, pagar el mísero precio para ser testigos de la grandeza. Es que a Manu Ginóbili en su mítica carrera NBA con los Spurs se lo aplaudió de madrugada, se lo ovacionó con cuidado para no despertar a nadie y se lo disfrutó regalando gustosos horas de sueño cada vez que el destino en forma de grilla televisiva anunciaba un partido del bahiense.
Por eso cuando el protocolo de la jornada de retiro de su camiseta dispuso que la ceremonia sería después del juego, no resultó extraño. Tampoco lo fue que uno de los regalos para los que tenían su asiento sea una bolsa de pañuelos descartables. Esta vez también Ginóbili nos haría emocionar.
No debe quedar en Argentina alguien que no comprenda la magnitud de lo que fue Ginóbili como deportista. Y si quedaba, estará cayendo por estas horas. San Antonio se transformó en Argentina por unas horas, con el Coyote (la mascota) con camiseta de la selección albiceleste, Demar DeRozan con zapatillas celestes, blancas y doradas para el duelo ante Cleveland y cientos de afiches, banderas, gigantografías y lo que se quiera imaginar para dejar bien en claro que era la noche de Manu, el día de Manu, la semana de Manu. Y que San Antonio en buena parte es de Manu.
Mientras los homenajes iban creciendo a través de las horas, familia y amigos coparon el estadio y la noche se abrió con el himno nacional argentino en la voz de la joven tigrense Michelle Leclercq. Entonada o no, la canción patria y la bandera nacional se adueñaron de la escena: inédito pero merecido.
La transmisión oficial repasó elogios varios (de Kobe Bryant a Luca Doncic pasando por Diana Taurasi) y múltiples videos, pero resulta imposible resumir el legado de Ginóbili aunque el esfuerzo sea magnífico. Todo parece poco, todo sueña impresionante, trillado, pero real, absolutamente real y justificado.
Es que Ginóbili abordó el imperio NBA y lo cambió para siempre. Fue el “influencer” que necesitaba el básquet internacional para que Estados Unidos entienda que no estaba solo, que había vida en el resto del planeta.
Por eso esa camiseta con el número 20 que quedó colgada en lo más alto del AT&T Center simboliza mucho más que la carrera de un enorme, del más enorme, jugador argentino.
Pero antes hubo un juego. Y vaya si estará angelado Manu que los Spurs le ganaron a los Cleveland Cavaliers por 116 a 110 para que la fiesta sea completa.
Y también antes de la ceremonia principal hubo una igual de importante, graciosa y emotiva. Fue en el entretiempo, en pleno centro de cancha donde hablaron ante el público y bajo la conducción del periodista Adrián Paenza los integrantes de la Generación Dorada, Juan Ignacio Sánchez, Fabricio Oberto, Luis Scola, Gabriel Fernández, Pablo Prigioni, Alejandro Montecchia y Andrés Nocioni. Contaron anécdotas, lo definieron, lo describieron, su don de mando, su curiosidad. Si hasta Prigioni dejó a los Nets (es asistente) y junto al manager Sean Marks (también ex compañero de Manu) priorizaron estar con Manu que con su propio equipo. O Luis Scola, que llegó directamente desde China.
Tras veinte minutos de espera luego del duelo, otro video abrió la ceremonia, y mientras las estrellas iban a mitad de cancha, Manu ingresó junto a su mujer Marianela y sus hijos Dante, Nicola y Luca.
El conductor elegido para ese acto fue Sean Elliott, una de las grandes figuras del primero de los cinco anillos ganados por San Antonio, en la temporada 1998/1999.
Elliott es uno de los ocho jugadores de los Spurs que ha tenido el honor de que su camiseta también fuera retirada: la 32.
El ahora comentarista televisivo definió a Ginóbili con una palabra, “determinación” y por su representatividad para con el pueblo argentino lo comparó con Lionel Messi, al tiempo que presentó a los que serían los oradores en una serie de palabras emotivas pero repletas de anécdotas graciosas sobre todo contra el coach Popovich, responsable de muchos enojos de Manu por hacerlo ser suplente.
Tony Parker lo caracterizó con un solo adjetivo: “único”, y dijo que junto a Tim Duncan formaron el gran trío que le permitió a los Spurs conseguir cuatro anillos. Y corroboró que ya es “leyenda”, pero también dijo que sin Ginóbili, él no hubiera sido el jugador que fue.
Y generó la mayor risa de la noche cuando cerró el capítulo de eterna bronca con el pueblo argentino, advirtiendo que él no le pasaba tanto la pelota a Manu, porque Popovich lo obligaba a dársela a Duncan
Su amigo del básquetbol que lo llevó a amigo de la vida, el cordobés Fabricio Oberto, emocionado, le agradeció que lo haya hecho “mejor persona”, y Gregg Popovich, entrenador de los Spurs desde 1996 y por ende el conductor de los cinco campeonatos ganados por la franquicia texana, lo destacó como un “ganador”, y reveló que a partir de su llegada a los Spurs él se dedicó a “disfrutar de su juego”. El proceso de conocimiento y aprendizaje del DT para con Manu y su estilo agresivo e impredecible también fue motivo de bromas y anécdotas. “Sin Manu no hubieran habido campeonatos”, dijo y resumió todo.
“Manu, te amo”, cerró su alocución Popovich, quien tuvo tiempo también para elogiar al seleccionado argentino de la Generación Dorada, al que refirió como “el mejor equipos de básquetbol” que vio en su vida.
Y el epílogo fue para Duncan, con el que se abrazó lo mismo que con Popovich, después de que el natural de las Islas Vírgenes le confesara que fue “un honor” haber compartido largos años de su carrera con él. Sentado junto a ellos estuvo RC Buford, el general manager que eligió a Manu cuando era un desconocido para el mundo NBA. No habló, pero vaya que fue importante.
Sólo faltaba Manu, que tenía cientos de cosas para decir, intercalando inglés y español, agradecido, humilde, como si el homenaje fuera para el resto, mientras el olé, olé, olé, Manu, Manu estallaba y tras un video conmovedor de la organización.
Ginóbili le agradeció al público argentino por estar, por quedarse hasta tarde para seguirlo en sus logros en la NBA, y a los jugadores e hinchas de los Spurs por adoptarlo tan rápido, pero sin dudas el agradecimiento a sus padres, las palabras hacia sus hijos y a su mujer por aguantar sus manías y resignar cosas fueron los momentos en los que el ex jugador de los Spurs estuvo más cerca de quebrarse.
Después, la 20 empezó a descubrirse hasta lucir a pleno junto a la 21 de Tim Duncan en lo más alto del estadio y cumplir otro de los pasos que el destino tiene previsto para los que alcanzaron la gloria basquetbolera. Ya era tarde en la noche y el pibe de Bahía que después fue el pibe de 40 lo hacía de nuevo, obligaba a trasnochar y a no poder dormir de la adrenalina de haber presenciado algo increíble, único, impensado. Es su costumbre, habrá que agradecer poder ser testigos.
 
 
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