Sensaciones de los últimos minutos del juego, de todo lo que dejó el título de Temperley, y fotos y videos de los festejos.
Sebastián Sentenach
@sebasentenach
Sensaciones de una noche histórica
Una locura. El estadio fue una locura desde que quedaban 3.50 para el final del partido y Marco Giordano deleitó a los casi mil testigos con una exquisita asistencia para Lucas Estévez que anotó uno de sus cinco triples. Con esos tres puntos el resultado era 70 a 51 a favor del local y la sensación de gloria, de desahogo, de campeonato empezó a flotar en el aire. Se palpitaba la inminencia de la gloria. El punto cúlmine de un ciclo que le regalaría a un grupo de pibes increíble la mejor sensanción que su vida deportiva les dio hasta el momento. El público, la masa, fue la que dio por terminado el juego. Anímicamente ya no hubo respuestas de un equipo cordobés intenso, durísimo rival que, sin embargo, no pudo esta vez contra los chicos de Temperley.
De ahí en más fue todo algarabía, festejo, llanto, transpiración gorda de noche de domingo agobiante, grito contenido que salía al ambiente como si fuera lo suficientemente denso y profundo como para permanecer en las almas de sus dueños. El partido cumplía con un trámite formal, el del sonido de la chicharra final que sería, también, la habilitación para la locura de todo el estadio, para los abrazos de los chicos con sus compañeros, con sus amigos, con sus padres, con sus abuelos, con sus hinchas, con su gente. La historia estaba en el Alfredo Morosano para ser tesigo de sí misma, para ver la consagración final de una camada de chicos que derrocha talento en la cancha y humildad fuera de ella.
El básquet de Rosario completó una página grande de su historia este domingo en calle Ayacucho. Los responsables son un grupo de chicos que, tal vez, hoy por hoy ni siquiera hayan entendido completamente el tamaño de la proeza, pero que con el correr del tiempo la maduración les irá entregando retazos pequeños de su hazaña. Una hazaña que, en nombre de ellos, es de todo el básquet de la ciudad, que los acompañó en buen número para culminar la fiesta como correspondía. Con un título nacional más que merecido para el mejor equipo de básquet que se puede ver hoy por hoy en esta zona del país. Un equipo con garra, con entrega, con pasión, con esfuerzo, con dedicación. Un equipo que tiene el plus de ser, además, un grupo de amigos. Y, como dicen, por ahí: "más vale compartir la derrota con amigos que la alegría con extraños". Ellos superaron esa frase y hoy comparten la alegría con amigos. Salud U15 de Temperley. El básquet de Rosario les agradece infinitamente toda la historia que escribieron y la posibilidad de ser testigos presenciales de esa historia.
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