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16/08/2021
Rosarina | Formadores
EDUARDO DESANTTI: "NUESTRO COMPROMISO VA MÁS ALLÁ DE LA LÍNEA DE LA CANCHA"
El profe de los chiquitos de Atlantic Sportsmen contó parte de su historia de más de 30 años en el club y el desafío de ser un docente para los chicos no sólo en el básquet. Una historia para no perderse con uno de los formadores que trabajan muy bien en la ciudad.
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David Ferrara
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Edu con Pato, profes de Atlantic.
Cuando Eduardo Desantti habla de Atlantic Sportsmen se emociona. Cuando menciona la relación con los jugadores que le tocó acompañar en su proceso de aprendizaje en el básquet llega a las lágrimas. Porque esta es una historia que supera el sentido de pertenencia, es un sentimiento intrínseco que atraviesa transversalmente lo humano, lo social y lo deportivo, porque Edu es Atlantic, pero también Atlantic es Edu.
Aunque parezca natural y cosa del día a día, que con la sola mención de su nombre todos entiendan a quién te estás refiriendo es algo muy profundo que refleja el grado de identificación con un lugar y con su gente.



“Atlantic es mi único club como entrenador, el de siempre desde hace 31 años. Llegué como preparador físico por recomendación de Leo Ceñera y me tocó estar con los equipos femeninos y masculinos. Con los varones estaba Juan de Dios Curto y el femenino era ese gran equipo de Leonor Rivero, con las hermanas Gallardo, que hacía muy poco habían ganador la Liga Nacional”, relata con su habitual histrionismo y entusiasmo este apasionado de la docencia: “Justo el entrenador del mini básquet se fue por una oportunidad laboral y me preguntaron ‘¿te animás?’ Y llevo 31 años animándome”.

“Mi etapa como jugador fue en Atalaya, desde mini hasta el segundo año de cadetes y tuve el honor de ser del último grupo que dirigió Tito Ornati, un crack, un viejo maravilloso”, relata Eduardo, quien desde allí supo pasar por todas las categorías del Verde de calle Lavalle: “Se dio la posibilidad de trabajar junto con Jorge Block, con quien estuvimos durante casi 15 años y nos tocó pasar por todas las categorías, desde escuelita a primera e incluso hubo un momento en el que yo dirigía todas las categorías”.



“Después Papa tomó intermedias y yo mini y también llegó Pato Argüelles a trabajar conmigo desde 2001. Llegamos a tener casi 100 chicos en el mini, que es a veces una cifra que representa la totalidad de jugadores de un club en todas sus categorías. Había que darles un lugar importante y Pato empezó ayudándome y ahora es mi compañero, con muchas condiciones y preparación, porque se esfuerza, tiene vocación y estudia”, agrega Edu, quien tiene una forma artesanal de mirar el mini básquet que desde hace años distingue a su grupo de trabajo: “Es que lo extradeportivo también es uno de los bastiones de Atlantic. Festejamos los cumples de los chicos, hacemos viajes, campamentos. A veces, cuando se podía, teníamos idas al cine. Entendemos que el compañerismo y el grupo son muy importante además de lo deportivo y eso lo aprendí también de Curto y de Palo Maya. Los escuché, porque es muy importante generar la relación social. En lo deportivo, si trabajás, tenés constancia y responsabilidad, los chicos aprenden. La práctica nunca va a faltar, los chicos en su horario van a tener a su profe para entrenarlos. En su momento, aunque parezca increíble, eso no se daba siempre en el básquet de Rosario, pero hoy el nivel de entrenadores es increíble”.

“Párrafo aporte para Leo Ceñera. Siempre traté de copiarlo, lo conocí cuando armó las inferiores de El Tala con Leo Ossola. Lo admiro porque es extraordinario, con valores tremendos, por sus conocimientos y capacidad, fusiona lo técnico y táctico con lo sicológico, social, pedagógico. Es el justo equilibrio”, cuenta sobre su amigo y maestro.



“Para nosotros hay que tener la misma o mayor responsabilidad con un jugador de escuelita que con la primera. Y va primero lo humano antes que deportivo, por lo que apostamos a tener muchos chicos, a que sean buenos grupos, desde la amistad, desde el compañerismo”, agrega Edu.
En formativas y en las categorías más chicas, la mirada de los padres siempre es un detalle a manejar por los entrenadores, porque se hace docencia con toda la familia en la iniciación al deporte y sus particularidades, pero se necesita el apoyo constante de los grandes para respaldar a los chicos en su aprendizaje.

“Nosotros trabajamos para los chicos y no para los padres, pero son nuestros laderos. Si el chico está contento si la pasa bien, si lo tratan bien, se lo cuenta a los padres, ahí los padres vienen, se arriman y es fundamental que se identifiquen con lo que el chico hace en el club. Se dan cuenta que lo nuestro va más allá de lo deportivo y entienden la complejidad y la belleza del deporte amateur, lo necesario que es que la familia participe. Trabajar juntos. Nosotros tomamos compromiso más allá de la línea de la cancha”, recalca Desantti con la claridad que sale del sentimiento por lo que uno hace en esa mezcla de trabajo con vocación tan necesaria. Y Edu habla en plural porque allí va involucrado Leandro Arguelles y todos los que viven el día a día del mini de Atlantic: “Enseñamos básquet porque tenemos los aros y las pelotas, pero los padres tienen un reconocimiento por nuestra labor más allá de lo estrictamente deportivo. Durante la etapa más dura de la pandemia, que apenas se podía dar práctica por Zoom y realizar diferentes acciones desde lo virtual, la inmensa mayoría siguió pagando la cuota y eso significa que reconocen el compromiso”.



Esta comunión de lo social y lo deportivo lo apasiona desde su rol de formador: “Trato de hacer docencia, de estar con lo que los chicos necesitan y con sus familias. No salimos a ganar nada, pero somos competitivos, y eso se ve reflejado también en intermedias cuando los chicos llegan. Pero tenemos claro que viene la casa, después la escuela y luego el club. Por ejemplo, si un chico está mal con la escuela, le digo al padre que no le prohíba ir a la práctica, que siga con su grupo, sino que yo lo voy a sentar en el banco en el partido, porque el partido es el premio, y ahí se le explica que hay que ponerse las pilas con la escuela. Trato de no ser sólo el que le enseña básquet, sino de estar con la familia y aportar mi mirada, porque hay cosas que ve el docente desde el comportamiento colectivo que pueden ayudar. A veces los chicos aceptan mejor los límites en el deporte que en la casa”.

Con tantos años en el club, el círculo virtuoso de la vida deparó que aquellos que fueron jugadores dirigidos por Eduardo crecieran, formaran sus familias y eligieran a Atlantic para que sus hijos comenzaran en el camino del básquet: “Pasaron muchos jugadores y el afecto por todos es grande, pero quizás con los que más relación tengo es con el grupo de Quiroga, Mateos, Sequier, Cignoli, de Ulises Saia, uno de los apasionados del club…, sigo compartiendo con ellos. Verlos entrar con sus hijos de la mano al club y que te los den para ser su profe me llena de alegría, de emoción. Lo cuento y se me llena los ojos de lágrimas”. 

Y como si hiciera falta después de tanto apasionado detalle, Desantti define lo que intentan inculcar: “Yo soy docente de alma, le pongo pasión y después viene el entrenador. Queremos entregarles valores a los chicos, nos felicitan por respetuosos y correctos en todos los lugares a los que vamos. Es el ADN de Atlantic. Y también lo ejemplifico con la formación de la línea B, porque la primera vez que armamos la segunda tira teníamos un grupo extraordinario de 25 jugadores y sólo 12 podían, pero nadie faltaba a ninguna práctica. Ellos nos empujaron a que la armemos porque se lo merecían. Ahora las volvimos a tener con la misma consigna, el respeto y la importancia idéntica para el jugador de 4 años como al de 30. Así los chicos se identifican con el club, se hacen hinchas de Atlantic”.

Y la historia de esos chicos es como la de Eduardo, que llegó hace 31 años y ya nunca se fue de este gran amor.
 
 
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