En un partido tremendo, Rosario se impuso a Noroeste 74 a 72 y se consagró campeón del primer provincial del año. Nico Giraudo fue el goleador una vez más con 21 puntos mientras que en Noroeste Alejo Traverso anotó 33. Todos los detalles
No dejó dudas. Rosario jugó un torneo extraordinario de principio a fin. Para llegar a la final pasó por encima a todos los rivales que se le pusieron el camino (+20 todos). Y si bien en la final la pasó mal y siempre corrió desde muy atrás, demostró que a falta de buen juego hay otros factores que son igual de importantes: actitud y personalidad.
En la previa estaba muy claro qué debía hacer Rosario para coronarse campeón del Interasociaciones U17 de Ceres. No había misterios. Si era intenso en defensa y podía abstraerse del escenario (hoy más que nunca fue visitante) para mantener la concentración puesta únicamente en el objetivo, tenía un 75 por ciento de probabilidades de lograr el éxito.
Pero claro está, que para quedarse con el triunfo debía asegurarse el otro 25, que no era tarea sencilla por las virtudes de su rival para desplegar su arsenal ofensivo mediante los robos en primera línea y las transiciones a cancha abierta, que tan bien le sentaron en todo el torneo por la velocidad de sus jugadores. En ese contexto, durante los primeros veinte minutos, los rosarinos no cumplieron con nada de lo planificado por la dupla técnica. Es que en el comienzo no demostró los fundamentos que lo llevaron a la definición del certamen, fue un equipo apático, sin brillo ni actitud y por lo tanto, empezó a padecer el encuentro. Todas las fallas que mostró en ataque, en donde estuvo estático, no se pasó la bola, chocó sin criterio ante la defensa rival y forzó demasiado en cada acción, las sufrió en el otro sector del rectángulo de juego.
Allí, Noroeste demostró temperamento e inteligencia para apostar por sus puntos más pulidos, utilizar la velocidad como un medio de vida y tener en Augusto Alonso al jugador ideal para romper los moldes con su voracidad, que la transformó en puntos y tres faltas prácticamente consecutivas de Lucas Gorrosterazu, que lo sacaron del partido (promediaba 11 puntos en el certamen).
De esa manera, el marcador era elocuente al término del primer tiempo: 35 a 25 a favor del dueño de casa, que manejaba con autoridad el trámite del juego mediante la buena rotación de balón, los tiros externos y la efectividad desde la línea (en todo el encuentro anotó 29 de 38).
Sin embargo, en el peor momento llegó el punto de inflexión para Rosario, que le abrió el camino para quedarse con el bicampeonato. Es que tras el descanso mayor, se revitalizó, cambió notoriamente la mentalidad, salió del asedio y la sorpresa, y con actitud y empuje demostró porqué es el rey de la categoría.
Además comenzaron a aparecer los encargados de manejar la batuta rosarina. Sí, Nicolás Giraudo y Augusto Capra se adueñaron de las ofensivas, lo metieron en el circuito de juego a Pedro Paz y la diferencia se redujo a una sola posesión (46-43).
Y si bien, un par de pérdidas lógicas por los nervios de estar atravesando una instancia definitiva de un certamen, volvieron a estirar la diferencia a dos dígitos, Rosario ya había pisado fuerte en el partido y calibrado la mira en busca de su único objetivo. Matías Medrano le apuntó a cada pelota para robarla y atacar a campo abierto y Gianluca Di Filippo fue ese perro de presa para correr, correr y correr hacia abajo del canasto y permitirle a los dirigidos por Juan Pablo Lupo y Diego Paciaroni pasar al frente por primera vez en el encuentro a falta de 1.44 para el final.
La personalidad, la actitud y el empuje se convirtieron en el motor principal a falta de juego colectivo y le dieron un duro cachetazo a Noroeste, que no pudo superar ese golpe psicológico y vio como el tren se le iba alejando segundo a segundo. Y ya se tornó inalcanzable cuando se volvieron a encender las locomotoras del visitante, Capra y Giraudo, y le permitieron Rosario sortear cada una de las estaciones en el final del trayecto para llegar al destino soñado: el Bicampeonato.
Los rosarinos tuvieron un mal partido, es cierto. Nunca pudieron imponer el ritmo y padecieron al rival, también lo es. Pero poco importa el cómo. Está claro que las finales se ganan y sus vitrinas así lo reflejan…
SÍNTESIS:
NOROESTE (72): Manuel Alonso 11, Augusto Alonso 24, Facundo Loffiego 0, Alejo Traverso 33, Facundo Ruffino 2 (FI), Juan Rodríguez 2, Facundo Viola 0, Martín Muñoz 0, Cristian Quintana 0. DT: Marcelo Miretti.
ROSARIO (74): Augusto Capra 13, Lucas Gorosterrazu 3, Matías Medrano 10, Nicolás Giraudo 21, Leandro Yanson 0 (FI), Luciano González 2, Facundo Arrieta 0, Gianluca Di Filippo 13, Pedro Paz 12, Tomás Herrera 0, Tomás Oggero 0, Alvaro Chervo 0. DT: Juan Pablo Lupo.
DATOS
GRAN ORGANIZACIÓN
El Interasociaciones U17 de Ceres fue perfecto desde el punto de vista que se lo analice. Desde el juego, en el cual muchos equipos demostraron aspectos muy interesantes, hasta la organización, en donde cada uno de los encargados de ellos se desvivieron para que los visitantes se sientan como en su propia casa. En ese aspecto, vale destacar el trabajo y la predisposición de Enrique Uberti.
EL FANTASMA DE SERGIO RAMOS
Puede fallar, diría el recordado Tusam. Y sí, falló el agarre. En medio de los festejos y el momento de inmortalizarlo con la protagonista de la noche, la copa, a los chicos de Rosario se les resbaló la misma y se fracturó en dos partes. Igualmente pudieron acomodarla para las fotos. El fantasma de Sergio Ramos sobrevoló Ceres...
AGRADECIMIENTOS
Quien suscribe, agradece a los árbitros, comisionados, delegaciones y directivos de la Federación Santafesina por su gentil trato, la constante predisposición y el aporte para que el fin de semana sea perfecto.
EL CAMINO AL TÍTULO
PRIMERA FASE:
-77 a 44 a Reconquista (Giraudo 19)
-93 a 72 a Santa Fe (Giraudo 25)
-89 a 52 a Cañada de Gómez (Gorosterrazu y Oggero 13)
SEMIFINALES:
-102 a 62 a Rafaela (Capra, Gorosterrazu y Medrano 13)
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En ese contexto, durante los primeros veinte minutos, los rosarinos no cumplieron con nada de lo planificado por la dupla técnica. Es que en el comienzo no demostró los fundamentos que lo llevaron a la definición del certamen, fue un equipo apático, sin brillo ni actitud y por lo tanto, empezó a padecer el encuentro. Todas las fallas que mostró en ataque, en donde estuvo estático, no se pasó la bola, chocó sin criterio ante la defensa rival y forzó demasiado en cada acción, las sufrió en el otro sector del rectángulo de juego.
