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26/02/2009
El espejo donde mirarte
Gabriel Dominguez

En la segunda entrega de la sección "El espejo donde mirarte" BRI presenta la historia de Gabriel Domínguez. El base surgió en Saladillo, pasó por Newell´s en el TNA y rápidamente saltó a la elite del básquet Nacional al incorporarse a Libertad de Sunchales. Luego llegó su paso por España y por distintos clubes de nuestro país. Una historia de vida para disfrutar de un muchachito humilde que despliega su jerarquía por las canchas argentinas. Desde aquel primer equipo de Saladillo con Diego Turi como entrandor de escuelita, pasando por su época gloriosa en Ferro, hasta la actualidad. Una nota imperdible para conocer a otro de los exponentes rosarinos que tuvo que luchar mucho para llegar a la Liga Nacional.

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Ficha Personal
Nombres:
Gabriel
Apellido: Domínguez
Fecha de Nacimiento: 6 de marzo de 1982
Club en el que se formó: Saladillo
Club actual: Echagüe de de Paraná
Debut en la Liga Nacional: 1999 Newell´s vs Lanús (TNA), setiembre de 2000 Libertad de Sunchales vs Andino de La Rioja (Liga A)
Trayectoria: Saladillo, Talleres de Villa Diego, Newell´s Old Boys (TNA), Libertad de Sunchales (Liga A), Saladillo, Ferro Carril Oeste (Liga A), Cerámica Leoni (Castellón, España, Leb 2), Cornellá (Barcelona, España, Leb 2), Echesortu, Plascencia Galco (Extremadura, España, Leb 1), Belgrano de San Nicolás (Liga A), Bahía Mazarrón (Madrid, España, Liga EBA), Echagüe de Paraná. 
Escuela Primaria: Complejo Educativo Latinoamericano
Escuela Secundaria: Escuela de Educación Técnica N° 2

 
¿Qué te acordás del debut?
Que entré 30 segundos para marcar a Pedro Casermeiro y me metió un triple desde la mitad de la cancha (risas). Ese año en Newell´s me dediqué a entrenar mucho. Eso me sirvió de trampolín para el resto. Yo era muy pibe y Newell´s tenía un gran equipo. En Libertad fue distinto. Allí me integré al equipo de Liga y jugaba buenos minutos. El debut fue en un amistoso ante Atenas de Córdoba en Jesús María. Me acuerdo que en la primera pelota me tocó marcarlo a Marcelo Milanesio. Yo lo empujaba y lo empujaba a la salida de una reposición y me dijo: “Nene pará un poco”. El debut oficial fue ante Andino de La Rioja. Esa temporada fue muy importante para mí desde lo basquetbolístico porque jugaba más de 10 minutos por partido. Teníamos tan buen equipo que sacábamos la diferencia rápido y después jugábamos los pibes. En ese equipo estaba Facundo Sucatzky, Mariano Cerutti, Claudio Farabello, Walter Cordero, Román González, Jorge Benítez y dos americanos que la rompían. Como juvenil estaba Omar Cantón también en ese plantel. 

¿Cómo surge la posibilidad de jugar en la Liga?
Cuando jugaba en Saladillo, me prestaron a Talleres para jugar la B de Rosario y ascendimos a primera A. El técnico de Newell´s era Mario Guzmán y me fue a ver varios partidos y me llevó a Newell´s. Allí me tocó ser parte del plantel, pero no jugar demasiado, sólo esos treinta segundos ante Lanús. Después a mi me tocó ir a jugar un Campeonato Argentino Juvenil a La Pampa y la rompimos. Ganamos la final 100 a 69. Pero claro teníamos una media cancha que andaba más o menos (risas). Jugaban Carlos Delfino y Adrián Boccia. Viste como son esas cosas. En esos torneos está lleno de representantes y entrenadores. Ahí me habló Daniel Maffei y me fui a Libertad de Sunchales con un contrato de cinco temporadas. 

¿Cuál fue la sensación cuando te dijeron que te tenías que ir solo a Sunchales?
Por un lado Newell´s se había retirado de la competencia. Y mi sueño era jugar al básquet en la Liga. No me importaba nada. Pero estaba triste y contento a la vez. Yo soy muy pegado a mi hermano Hugo, nos llevamos poco tiempo y jugamos siempre juntos. Entonces fue una sensación rara. Me emocioné mucho porque se me estaba cumpliendo el sueño, pero sabía que me tenía que ir lejos de mi familia. Estuve un par de días para caer. Me di cuenta que era el momento de partir y fue duro. Luego caí que Sunchales no era tan lejos. En cuanto a la soledad, me ayudó mucho que estaba Omar Cantón en el club, por lo menos había algún conocido.

¿Dónde viviste en Sunchales?
Viví en una casa con varios reclutados, éramos como seis o siete. Era una guerra esa casa. La experiencia no fue muy buena. Cuando venía la fuente de plástico llena de fideos todos la atacaban de una manera salvaje. Imaginate lo que era la mesa. Yo tenía 18 años, pero había nenes de 14. Era una vergüenza que a Libertad lo apoyaba económicamente Sancor y en la heladera no teníamos un yogurt. Realmente fue una experiencia fea.

¿Eso te empujó a volver?
No. Me volví porque llegó el Che García y nos limpió a todos. No quería pibes. Walter Cordero, Omar Cantón y yo volamos del plantel. Y si bien yo tenía un contrato, el presidente me dijo que no iba a tener lugar en el equipo. Entonces comenzaron a contactarme de otros clubes. Pero yo ingenuamente confié en un representante que se llamaba Miguel Ferreira, oriundo de Córdoba, que me vendió peces de colores y me dejó sin equipo. La gente de Regatas de San Nicolás iba a mi casa para que me incorpore al club y como este tipo me decía que tenía un montón de ofertas de otros lados, yo no cerré nada. En definitiva cerró el libro de pases y me quedé sin club. Entonces volví a Saladillo.

¿Y cómo fue esa vuelta?
No fue fácil, pero no por mí. Todos me decían, incluso mi familia, cómo iba a volver a jugar en Rosario después de jugar en la Liga. “Mirá si te lesionás”. Pero yo quería jugar, tener competencia. No me servía estar parado. Y en definitiva me hizo bien.

¿Y después llegó España?
Si. Cuando terminé de jugar en Ferro. Mi familia estaba pasando un mal momento económico. A mi viejo le diagnosticaron una enfermedad terminal. Fue muy difícil tomar la decisión. El sueño de mi papá era que yo juegue al básquet, y lo hice por él y por mi familia. Yo no quería ir, no lo quería dejar en ese momento. El que me convenció fue mi hermano Hugo. Me hizo dar cuenta que por más que yo me hubiese quedado no hubiese resuelto nada. Un día cuando mi papá estaba mal, yo ya le había contado esta posibilidad de España, me dijo: “Te felicito hijo y andate. No te deseo suerte porque no la necesitas”. Me fui y a la semana falleció. Fue un año muy duro.

¿Ganaste plata con el básquet?
El básquet me quitó más de lo que me dio. Pude ayudar a mi familia en un momento muy difícil y eso me reconforta. Traté de juntar algunos pesitos para el futuro. No me quejo. Pero me hace feliz haber podido ayudar en mi casa en momentos muy duros.

¿Con quiénes compartías el club en Rosario?
Con mi hermano Hugo, con Sebastián Navarro, mi gran amigo, y con Fabricio Kremm. Y después con los profes. Mi primer entrenador fue Diego Turi. Él me hizo dar los primeros pasos en esto. Y después Gustavo Roig, que para mi fue lo más importante. Un verdadero fenómeno. Vos sabés que me sacaba de la pileta en verano para ir a corregir un tiro. Y yo le decía: “Estoy en la pileta” y el me gritaba: “Ponete las zapatillas y vení para acá”. Es un fenómeno. Siempre dije que tiene nivel para dirigir en cualquier liga. Sabe un paquete.

¿Un amigo del básquet?
Varios. En Talleres, el rulo Matías Dinsmann. Omar Cantón, con el loco jugamos juntos en tres etapas. Y después chicos en España. Cuando uno se va tira el manotazo de ahogado. Más que amigos parecen novios (risas).

¿Y de la vida?
Sebastián Navarro, Alejandro Fernández, Hugo Timpanaro, muchos. Pero mi más fiel amigo es mi hermano Hugo.
 
¿Cuál es el recuerdo más fuerte de la época en la que jugabas en Rosario?
Tengo dos. Uno jugando en Saladillo y el otro en Talleres. Cuando ascendimos con Talleres mi vieja se tiró en la mitad de la cancha haciendo el avioncito, como lo hacía Sebastián Rambert en el fútbol. Yo no lo podía creer. Y en Saladillo recuerdo siempre una bandeja que tiro de espalda y la meto. Cuando miré a la tribuna estaba mi viejo cagándose de la risa. Esa sonrisa de mi papá la recuerdo siempre. Cuando me pongo a pensar me viene siempre a la memoria.

Cuando estás lejos y te agarra la nostalgia. ¿A quién quisieras tener a tu lado?
Siempre fue un tipo jodido con el tema afectivo. Pero creo que a mis dos hermanos. Cuando era más chico y me pasaba algo lindo, yo no me podía divertir porque no estaban ellos a mi lado. Era como si me faltaba algo.

¿Te arrepentís de algo de los que hayas hecho?
No. Siempre busqué lo mejor. Mucha gente me pregunta por qué me fui a Europa. Y yo le contesto que allá está el mejor básquet del mundo. Que no haya logrado afianzarme no significa que no está bien intentarlo.
 
¿Qué consejos le darías a los chicos que tienen la chance de emigrar?
Salir de Rosario sirve. Hay otros niveles de juego, otros valores. La Liga es un ambiente distinto. El que tiene una posibilidad que la aproveche. Siempre está bueno probar. No hay que quedarse en el intento. Si se llega o no después se verá.

¿Qué jugador enfrentaste y no lo podías creer?
A Juan Espil en España. Lo enfrenté y lo defendí cara a cara todo el partido cuando él jugaba en Tenerife. Pero no le dije nada, si le decía “maestro sos un ídolo”, me iba a cagar a goles. Me tuve que tragar las palabras. Y después en el debut que conté antes contra Atenas. Cuando me tocó marcar a Marcelo Milanesio.

¿A qué jugador te gustaría enfrentar?
A esta edad no tengo admiración por jugadores. Si por jugadores del pasado. Me hubiese gustado jugar con Miguel Cortijo.
 
¿Cuál fue tu mejor partido en la Liga?
Fue en Ferro, contra Belgrano de San Nicolás en condición de local. Hice más de 20 puntos. Ese año con Pablo D´Angelo me sentí muy cómodo, me dio mucha participación.
 
¿La mejor cancha donde jugaste?
En España, la del CAI Zaragoza. En Argentina me gusta mucho la de Boca Juniors.
 
¿Y la peor?
La de Teléfonos de Rosario. En invierno con buzo debajo de la camiseta y algunos compañeros con guantes. Sabés lo que era eso.

¿El mejor de entrenador que tuviste?
Gustavo Roig y Pablo D´Angelo.

¿Guardás camisetas de algún jugador en especial?
No. Solamente trato de guardar las mías. Aunque en algunos clubes no te la dan.

¿Y a quién pudiste vulnerar más fácil de lo previsto?
Un partido contra Facundo Sucatzky. Yo estaba en Ferro y él en Libertad de Sunchales. Yo crecí viéndolo jugar y después compartí equipo en Sunchales. Ese día le pude hacer un par de puntos. Pero me sentí cómodo solamente con poder jugarle cara a cara. No es que lo bailé, pero me conformé con jugarle de igual a igual. De todas maneras me cagó a goles.
 
¿A quién te costó marcar?
A muchos. Hoy por hoy a todos. Pero el que me dio un baile terrible fue Sebastián Ginóbili jugando para Quilmes de Mar del Plata cuando yo jugaba en Ferro.

¿Cuál es tu meta?
No tengo. Con el correr del tiempo cambié el chip. Trato de estar cada día mejor. Sigo esforzándome como el primer día. Pero mi real meta es tratar de jugar al mejor nivel posible los últimos años de mi carrera y poder disfrutarlos.

¿Qué te parece la página dedicada a las inferiores?
Buenísima. Hay que hecerle ver a los chicos todo lo que hay, las experiencias y que más allá de cada club hay un montón de cosas. Ojalá sirva de incentivación para ellos y puedan crecer. Me parece bárbara la iniciativa y ojalá la podamos disfrutar por mucho tiempo y ¡que la lean! (risas).

¿Un sueño?
Que mi familia esté bien y tenga salud. Que cada uno sea feliz a su modo.

 
 
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