¿Qué sentiste cuando se te acercó el entrenador y te dijo que ibas a entrar?
Mucha alegría. Yo venía entrenando desde septiembre con el equipo, así que estaba esperando el momento. Se dio en una derrota.
¿Cómo te integras al equipo?
Ellos me llevaron para formar parte del plantel y el objetivo era también que me quede a jugar la Liga Juvenil con el club. Así que cuando terminó esa temporada me quedé jugando en San Nicolás durante el año. Estuvimos entre los mejores seis equipos del país. Recuerdo que nos enfrentamos con Obras Sanitarias y tenían un equipazo.
¿Cómo llegás a Belgrano?
Pío All habló con ellos, él hizo el contacto. Entonces me invitaron a entrenar y me convocaron para integrar el plantel. El entrenador era Patota Dastugue.
¿Y cómo fue el momento en que te dijeron que estabas dentro de la rotación del plantel?
Estuve unos días entrenando con ellos. Después cuando me confirmaron que me quedaba ahí, entrenaba todas las tardes con el equipo de Liga. Fue muy lindo.
¿Qué fue lo primero que pensaste cuando te dijeron que te tenías que ir solo a San Nicolás?
Que podía sacar cosas muy positivas, también el asunto de los viajes, de formar parte de una delegación. Son experiencias inolvidables. Con respecto a irme a vivir solo, se fue dando de a poco, creo que eso ayudo mucho.
¿Dónde viviste en San Nicolás?
Vivía en una casa a seis cuadras del club con Matías Fioretti, que es tres años más grande que yo. Él ya sabía lo que era estar viviendo solo.
¿Y ahora con quien vivís en La Plata?
Con Lucas Pérez y Nicolás Ojeda. Nos llevamos muy bien, si uno está predispuesto
siempre se puede tener una buena convivencia. Es cuestión de que cada uno respete al otro. Pensá que con quien convivís, entrenás, jugás, viajás. Estás prácticamente todo el día durante la temporada. Las cosas son más fáciles si la relación es buena.
¿Cuánto influyó tu papá en todo lo que te pasó?
Influyó mucho, en sus consejos, él vivió todo esto, sabe lo que es el ambiente. Yo estoy rodeado de básquet desde que nací. Llegué a este mundo cuando él estaba jugando en cañada. Desde chico me gustó el deporte.
¿Lo tomaste como una presión, una responsabilidad o una mochila cargada tratar de llegar donde él llegó?
No es una presión. Mi intención es llegar a ser el mejor jugador que puedo ser yo, con mis virtudes y limitaciones. Tomando lo que pueda de cada persona. Y como él estuvo en esto, me puede dar mucho. Desde su experiencia, tanto de lo propiamente basquetbolístico, como de lo que lo rodea.
¿Con quiénes compartías el club en Rosario?
Con Manuel Moyano, Pablo Olivero, Nicolás Bustos, Julián y Fabricio Lo Re. Cuando era más chico con Juanchi Orellano. Esos son los que siguen jugando. También con otros chicos que ahora no juegan, como Leandro Borromeo, Marcos Agote, Ariel Aristizabal, Eduardo Girella. Éramos muchos, un buen grupo.
¿Un amigo del básquet?
En Belgrano me hice muy amigo de Jonatan Ruiz, que fue a jugar la Liga Juvenil. También tengo una buena relación con Goyo Eseverri. En Santa Fe lo conocí al Seba Uranga, que es un pibe bárbaro. En Venado a Agustin Zanni que esta en Española de Charata y Ricardo Centeno en Central Entrerriano. Acá en La Plata formé buena relación con muchas personas. Con los que vivo ahora (Nico Ojeda y Lucas Pérez), Gaby Moravansky, Pablo Bendel, Esteban Rusconi. La verdad que el básquet me ha dado muchos amigos.
¿Y de la vida?
Todos los chicos que te nombré antes, que formaron parte de mi infancia en Atalaya.
¿Cuál es el recuerdo más fuerte de la época en la que jugabas en Atalaya?
Cuando estábamos en infantiles jugábamos en el segundo nivel y recién
en cadetes ascendimos. El año que llegó Pío al club hicimos una muy buena temporada en cadetes, ya en el primer nivel. Con los chicos estábamos todo el año juntos. En verano en la pileta y jugando algún picado. Y después durante el año entrenando. Formamos un lindo grupo. Todavía nos juntamos.
Cuando estás en La Plata y te agarra la nostalgia. ¿A quién quisieras tener a tu lado?
A mis viejos, igual cada tanto voy para Rosario y puedo verlos a ellos, al resto de mi familia y a mis amigos de Rosario, que también extraño. La Plata no está tan lejos, así que me permite ir de visita o que me vengan a visitar seguido.
¿Y vos como hacés?
Yo estoy en cuarto año de la Licenciatura en Economía y estoy cursando en la Universidad de Rosario. La empecé allá y después la seguí. Es bastante flexible y permite rendir libre, que es lo que yo necesito. El primer cuatrimestre lo puedo cursar y el segundo lo rindo libre.
Eso requiere un esfuerzo enorme
Es una cuestión de hábitos, una vez que se lo asume así. Se puede encontrar tiempo para las dos cosas. Tengo tratar de que las mesas de exámenes sean en días libres, que no haya que entrenar o que sea a la mañana, que en general el entrenador te deja faltar con aviso.
¿Te ha tocado venir a rendir, terminar y volver a La Plata a entrenar?
Si, viajar, rendir y volver a entrenar. Pero lo hago con gusto, porque es lo que elegí.
¿Te arrepentís de algo de los que hayas hecho?
No, siempre hice lo que pensé que era lo mejor en ese momento, teniendo en cuenta las opciones que tenía.
¿Qué jugador enfrentaste y no lo podías creer?
Me ha tocado defender a Sherrel Ford, el americano de Pedro Echagüe, un ex NBA. Un jugadorazo. Jugó para Peñarol en la Liga A.
¿A qué jugador te gustaría enfrentar?
A cualquiera de la Generación Dorada, especialmente a Nocioni o Scola.
¿Cuál fue tu mejor partido en la Liga?
Se me viene a la mente uno el año pasado contra San Martín de Marcos Juárez, acá en La Plata. Ganamos muy bien, metí 20 puntos y no erré libres recuerdo. Además, me tocó defender al americano de ellos y por suerte me las pude ingeniar bien.
¿La mejor cancha donde jugaste?
El Polideportivo de Mar del Plata.
¿Y la peor?
Garibaldi de Granadero Baigorria. Siempre me tocó jugar en invierno en esa cancha y la verdad que no se lo recomiendo a nadie.
¿El mejor de entrenador que tuviste?
Guillermo Pío All, sin dudas. Cuando llegó a Atalaya yo ni entrenaba con la primera y terminé el año siendo titular. Me dio una confianza increíble. En la selección aprendí mucho con Fredy Cano también.
¿Guardás camisetas de algún jugador en especial?
No. Las mías sí, va las que puedo rescatar (risas).
¿Cuál es tu mejor tesoro?
Hoy la que más recuerdos me trae es la de Atalaya del año que me afiancé en primera. Fue un primer paso para mí. A partir de allí, me di cuenta que me podía dedicar a esto.
¿A quién te costó marcar?
Eso si, a varios. En una Copa Argentina lo tuve que marcar a un americano de Peñarol, Jasper Johnson, que también jugo para Unión de Sunchales un año y después fue a Minas y jugó con Facundo Sucatzky.
¿Y a quién pudiste vulnerar más fácil de lo previsto?
Mmm... no se me ocurre. Algún americano por allí, que uno le tiene más respeto, pero a veces no defienden.
¿Cuál es tu meta?
Llegar lo más alto que pueda, en unos años estar jugando Liga A. Esa sería una meta a cumplir.
¿Qué te parece la página dedicada a las inferiores?
Me parece un paso importante en el básquet formativo de Rosario. Es importante para que los chicos se enganchen, porque ven que son tenidos en cuenta.
¿Qué consejos les darías?
Que tengan mucha confianza en ellos, que sepan sacar cosas positivas de cualquier situación y por sobre todas las cosas que entrenen duro, que no se rindan. La mayor parte de las cosas se entrenan. Por ahí esto es algo que dicen todos, pero que también estudien. Se pueden hacer las dos cosas, una no quita a la otra.
¿Un sueño?
Cumplir las metas
deportivas y extradeportivas. Como concluir mis estudios y poder formar una familia. Creo que es lo que anhela casi todo el mundo.
Acá les dejamos otras fotos de Lisandro para que disfruten
En una nueva entrega de “El espejo donde mirarte” te presentamos a Lisandro Villa, el jugador nacido en Atalaya que hoy viste la camiseta de Gimnasia de La Plata en el Torneo Nacional de Ascenso. Un verdadero ejemplo a imitar. 
Ficha Personal
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