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Provincial | 21 | 9 | 3 | 12 |
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20/03/2015 |
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ROMPE EL MOLDE
Diana Taurasi le dijo no a la WNBA para esta temporada y armó tremendo lío. Los detalles de esta "rosarina" que es la mejor del mundo. Nota del New York Times.
El nacimiento de esta historia ya es bastante conocido y ha generado cierto impacto, más en Estados Unidos. Diana Taurasi ha elegido no participar en la venidera temporada de la WNBA (que arranca el próximo 5 de junio) y en su lugar decidió dedicarle todo este año a su participación con el Ekaterinburg ruso, en liga local y Euroliga. La noticia tuvo mucho ruido, porque la estrella optó dejar una prestigiosa liga como la estadounidense para migrar al viejo continente a cambio de más dinero.
Taurasi es mucho más que una jugadora reconocida por su inagotable calidad y los títulos que ha logrado en su carrera. Repasemos para algún imprevisto: ganó tres oros olímpicos (Atenas 2004, Beijing 2008 y Londres 2012), tres anillos de la WNBA con Phoenix Mercury (2007, 2009 y 2014), fue MVP de temporada en una oportunidad (2009) y MVP de las finales en dos ocasiones (2009 y 2014), ha sido máxima anotadora de la temporada estadounidense en siete ocasiones, fue elegida nueve veces dentro del Equipo Ideal de la WNBA, tiene siete participaciones en All Stars y es una de las 15 mejores jugadoras de la historia de la WNBA (de las más votadas junto a otras genialidades como Lisa Leslie y Cynthia Cooper).
Todo tiene su inmenso mérito y premio, pero históricamente Taurasi también ha generado mucha repercusión y movimiento a través de los medios, con sus declaraciones picantes, sin pelos en la lengua, con un carácter explosivo (hasta tildada de rebelde), particular humor y muchísimo carisma. Sin ir más lejos, en 2011 protagonizó un episodio recordado por dopaje en la Liga de Turquía por la sustancia modafinil, con idas y vueltas, con pruebas y contrapruebas, aunque al poco tiempo pudo volver a jugar cuando se comprobó su inocencia. Otro capítulo, el más conocido quizás, desafió la regla FIBA para reducir la talla de los uniformes, multada con 500 euros por partido por no querer jugar con ropa ajustada (2cm de distancia en la piel y la tela) dado que lo tomó como un acto indebido y discriminatorio (hasta expresó que "si las personas quieren ver cosas sexis, que lean Playboy").
Y está claro que con todos antecedentes, tanto dentro como fuera de la cancha, la última decisión de Taurasi iba a hacer ruido una vez más. En Ekaterinburg le ofrecieron un contrato de 1.5 millones de dólares anuales, para que no juegue la WNBA 2015 y así poder descansar su físico para la temporada rusa, obviamente recibiendo un incentivo extra tras aceptar. Claro, la opción de dónde elegir parece evidente si tenemos en cuenta que en Phoenix, su equipo de toda la vida en la WNBA, tiene el máximo salarial permitido en la liga, que es de 107 mil dólares.
El New York Times decidió viajar a Rusia y ver cómo viene siendo el día a día de la súper estrella una vez que decidió no jugar la WNBA. Un mundo distinto, con un país ultra conservador y con una cultura nueva para muchos. Obviamente para Taurasi no es una sorpresa, ya que amén de que juega en Ekaterinburg desde el 2012 también ha tenido pasos por otros equipos similares como el Spartak Moscow, el Fenerbahce y el Galatasaray.
"Parecemos asesinos, sicarios, aunque supongo que no lo querría decir en voz alta durante estos días", dijo Taurasi haciendo referencia a los comedores blindados donde el equipo cena post partido. "Es realmente un mundo de extremos, en Rusia todo el mundo es ruso. Tenemos la zona lujosa por un lado y los viejos edificios de la revolución industrial por el otro. Hay gente con mucho dinero y otra que tiene muy poco", añadió.
Lo cierto es que esta adaptación no es algo a lo que no esté acostumbrada. Taurasi siempre ha tenido que experimentar constantes idas y vueltas entre diversos países para trabajar, y su experiencia en cómo insertarse en una nueva cultura lo ejemplificó con lo que fue la llegada de su familia a Estados Unidos.
"A mis padres tampoco les gustaba todo lo que se encontraron al llegar a Estados Unidos. No fue llegar y quedarse maravillados con el sueño americano. ¿Estaban como 'Oh, Dios mío, el sueño americano?' No. Las cosas no son así. Ellos se fueron y supieron adaptarse a un país diferente, tuvieron que respetar las nuevas costumbres que se encontraron aunque no quieras compartirlas y estar de acuerdo con todas. No te tiene que gustar todo ni tampoco estar de acuerdo con ello".
Recordemos que Taurasi es oriunda de Chino, un barrio ubicado en los suburbios de Los Angeles. La escolta es hija de Mario Taurasi, un futbolista profesional ítalo-argentino que emigró a California junto a su esposa argentina (Liliana, la madre de Diana) para trabajar como maquinista. En aquel entonces, la estrella del básquet tenía sólo 3 años de edad.
Viviendo en Rusia durante la mayor parte de este año, Taurasi ha tenido que hacer algunos ajustes en su vida cotidiana. El frío invierno ruso es durísimo y no tiene piedad, y si a eso le sumamos el hecho de que una persona no pueda hablar su idioma entonces estaremos ante una gran contradicción, donde parece difícil adaptarse. Sin embargo, los rusos han adoptado ciertos métodos para afrontar esto.
"Con todo el vodka que he bebido aquí se podría abastecer a una ciudad entera. Es sencillo: no puedes no beber. Tienes que beber, es parte de la vida en este lugar del mundo. Eso hacen los equipos rusos: si ganas, bebes, si pierdes también bebes", contó. Además, para los estadounidenses la nación rusa no parece ser una tierra tan amigable, ya que históricamente está el viejo estigma de la guerra fría: "Sí se percibe cierto resentimiento, como si los americanos nos estuviéramos llevando su pan", explicó.
Taurasi no ha tenido solamente experiencias gratas en Rusia. En el año 2009 y jugando para el Spartak, la escolta tuvo que presenciar un duro golpe tras la muerte de Shabtai Kalmanovic, un oligarca extravagante y ex espía de la KGB que la reclutó para el equipo de Moscú en el año 2006 y se convirtió en una especie de figura paterna. Kalmanovic murió en una lluvia de balas, dentro de su Mercedes S500 y nadie fue detenido por el asesinato. "Fue un momento horrible. Íbamos a ir a un concierto de Beyonce así que fuimos todas a su oficina. Al llegar vimos la puerta cerrada y ya tuve un mal presentimiento... fue un shock".
Hoy, el propietario de su equipo actual, un multimillonario uzbeco llamado Iskander Makhmudov, tiene cierto paralelismo con la figura de un súper empresario pero que toma mayores recaudos a la hora de intervenir en el básquet. Hay juegos, con sus correspondientes celebraciones, y un claro cumplimiento con cada pago, manteniendo un estilo muchísimo más lujoso que el del Spartak en su momento.
Económicamente, Ekaterinburg es un club difícil de igualar en cuanto a las prestaciones que le otorga a sus jugadoras: ofrece aviones privados, comidas entre sus prácticas diarias, en el caso de Taurasi la jugadora tiene su propio entrenador personal, un chofer que la lleva y acompaña a todos lados, un apartamento de dos ambientes para ella sola y con vista panorámica a toda la ciudad.
La diferencia está en lo que le ofrecía la WNBA, donde la figura tiene que viajar desde las 6 AM a entrenarse desde Southwest, con conexiones en Atlanta o Dallas. Ella debe trasladarse por sus propios mecanismos, y nadie se preocupa por su almuerzo. Si esto le sumamos la clara diferencia en el salario WNBA/Europa (107 mil dólares contra 1.5 millones), hay beneficios que serían difíciles de pasarse por alto.
Uno puede estar de acuerdo o no, pero la realidad indica que en materia de números hay una gran justificación. La decisión puede ser discutida y de hecho se han creado incontables debates al respecto, pero sería injusto disparar munición gruesa hacia una deportista que, como todas, tiene derecho a elegir, priorizar y garantizar su propio bienestar.
"No ha sido ni un golpe encima de la mesa ni nada parecido. Sólo es mi decisión personal. Mi agente que dijo que no hacer esto sería una irresponsabilidad desde un punto de vista financiero. Y la verdad es que eso sí que es un tabú que no entiendo. Parece que como eres deportista no deberías preocuparte por esas cosas. La gente quiere que no nos preocupemos por nuestro futuro, por cuando tengamos 40 años y nos cueste caminar porque tendremos las rodillas hechas polvo. ¿Me dará alguien entonces un trabajo en su empresa o su negocio? No tengo experiencia en nada más. Este es mi trabajo. ¿Por qué no tendría que dedicarme a ganar la mayor cantidad de dinero que pueda?", puntualizó.
Taurasi llevaba nueve años ininterrumpidos alternando las temporadas de la WNBA y Europa. En Estados Unidos la competencia femenina es corta, cercana a unos 4 meses de actividad en fase regular y sumando un mes más si tomamos playoffs, mientras que los certámenes europeos se desarrollan desde octubre/noviembre hasta abril/mayo, por lo que una atleta puede repartirse entre estos torneos tranquilamente. Ahora, Taurasi no lo hará por el contrato ofrecido desde Rusia donde le piden cuidar su físico para estar al 100% metida en Europa.
Una visión particular, por experiencia propia, es la que aportó Candace Parker, figura de Los Angeles Sparks en la WNBA. Parker, casada con el ex NBA Shelden Williams, también es jugadora del Ekaterinburg desde el 2010 y, aunque ella sí seguirá alternando WNBA y Europa, explicó una postura muy sencilla: "la gente piensa que nosotras vamos a Europa cuando estamos fuera de temporada, pero la realidad es que la WNBA es nuestra temporada baja y que Europa es nuestra temporada alta. Aquí es donde nosotros trabajamos para cuidar de nuestras familias".
Está claro que, con su decisión, Taurasi pudo haber desencadenado el principio de un debate que dará mucha charla. Pero sin dudas es una postura obvia y entendible si tomamos en cuenta la vida útil de un deportista de elite y su prioridad por pensar en uno mismo y su familia.
Taurasi es mucho más que una jugadora reconocida por su inagotable calidad y los títulos que ha logrado en su carrera. Repasemos para algún imprevisto: ganó tres oros olímpicos (Atenas 2004, Beijing 2008 y Londres 2012), tres anillos de la WNBA con Phoenix Mercury (2007, 2009 y 2014), fue MVP de temporada en una oportunidad (2009) y MVP de las finales en dos ocasiones (2009 y 2014), ha sido máxima anotadora de la temporada estadounidense en siete ocasiones, fue elegida nueve veces dentro del Equipo Ideal de la WNBA, tiene siete participaciones en All Stars y es una de las 15 mejores jugadoras de la historia de la WNBA (de las más votadas junto a otras genialidades como Lisa Leslie y Cynthia Cooper).
Todo tiene su inmenso mérito y premio, pero históricamente Taurasi también ha generado mucha repercusión y movimiento a través de los medios, con sus declaraciones picantes, sin pelos en la lengua, con un carácter explosivo (hasta tildada de rebelde), particular humor y muchísimo carisma. Sin ir más lejos, en 2011 protagonizó un episodio recordado por dopaje en la Liga de Turquía por la sustancia modafinil, con idas y vueltas, con pruebas y contrapruebas, aunque al poco tiempo pudo volver a jugar cuando se comprobó su inocencia. Otro capítulo, el más conocido quizás, desafió la regla FIBA para reducir la talla de los uniformes, multada con 500 euros por partido por no querer jugar con ropa ajustada (2cm de distancia en la piel y la tela) dado que lo tomó como un acto indebido y discriminatorio (hasta expresó que "si las personas quieren ver cosas sexis, que lean Playboy").
Y está claro que con todos antecedentes, tanto dentro como fuera de la cancha, la última decisión de Taurasi iba a hacer ruido una vez más. En Ekaterinburg le ofrecieron un contrato de 1.5 millones de dólares anuales, para que no juegue la WNBA 2015 y así poder descansar su físico para la temporada rusa, obviamente recibiendo un incentivo extra tras aceptar. Claro, la opción de dónde elegir parece evidente si tenemos en cuenta que en Phoenix, su equipo de toda la vida en la WNBA, tiene el máximo salarial permitido en la liga, que es de 107 mil dólares.
El New York Times decidió viajar a Rusia y ver cómo viene siendo el día a día de la súper estrella una vez que decidió no jugar la WNBA. Un mundo distinto, con un país ultra conservador y con una cultura nueva para muchos. Obviamente para Taurasi no es una sorpresa, ya que amén de que juega en Ekaterinburg desde el 2012 también ha tenido pasos por otros equipos similares como el Spartak Moscow, el Fenerbahce y el Galatasaray.
"Parecemos asesinos, sicarios, aunque supongo que no lo querría decir en voz alta durante estos días", dijo Taurasi haciendo referencia a los comedores blindados donde el equipo cena post partido. "Es realmente un mundo de extremos, en Rusia todo el mundo es ruso. Tenemos la zona lujosa por un lado y los viejos edificios de la revolución industrial por el otro. Hay gente con mucho dinero y otra que tiene muy poco", añadió.
Lo cierto es que esta adaptación no es algo a lo que no esté acostumbrada. Taurasi siempre ha tenido que experimentar constantes idas y vueltas entre diversos países para trabajar, y su experiencia en cómo insertarse en una nueva cultura lo ejemplificó con lo que fue la llegada de su familia a Estados Unidos.
"A mis padres tampoco les gustaba todo lo que se encontraron al llegar a Estados Unidos. No fue llegar y quedarse maravillados con el sueño americano. ¿Estaban como 'Oh, Dios mío, el sueño americano?' No. Las cosas no son así. Ellos se fueron y supieron adaptarse a un país diferente, tuvieron que respetar las nuevas costumbres que se encontraron aunque no quieras compartirlas y estar de acuerdo con todas. No te tiene que gustar todo ni tampoco estar de acuerdo con ello".
Recordemos que Taurasi es oriunda de Chino, un barrio ubicado en los suburbios de Los Angeles. La escolta es hija de Mario Taurasi, un futbolista profesional ítalo-argentino que emigró a California junto a su esposa argentina (Liliana, la madre de Diana) para trabajar como maquinista. En aquel entonces, la estrella del básquet tenía sólo 3 años de edad.
Viviendo en Rusia durante la mayor parte de este año, Taurasi ha tenido que hacer algunos ajustes en su vida cotidiana. El frío invierno ruso es durísimo y no tiene piedad, y si a eso le sumamos el hecho de que una persona no pueda hablar su idioma entonces estaremos ante una gran contradicción, donde parece difícil adaptarse. Sin embargo, los rusos han adoptado ciertos métodos para afrontar esto.
"Con todo el vodka que he bebido aquí se podría abastecer a una ciudad entera. Es sencillo: no puedes no beber. Tienes que beber, es parte de la vida en este lugar del mundo. Eso hacen los equipos rusos: si ganas, bebes, si pierdes también bebes", contó. Además, para los estadounidenses la nación rusa no parece ser una tierra tan amigable, ya que históricamente está el viejo estigma de la guerra fría: "Sí se percibe cierto resentimiento, como si los americanos nos estuviéramos llevando su pan", explicó.
Taurasi no ha tenido solamente experiencias gratas en Rusia. En el año 2009 y jugando para el Spartak, la escolta tuvo que presenciar un duro golpe tras la muerte de Shabtai Kalmanovic, un oligarca extravagante y ex espía de la KGB que la reclutó para el equipo de Moscú en el año 2006 y se convirtió en una especie de figura paterna. Kalmanovic murió en una lluvia de balas, dentro de su Mercedes S500 y nadie fue detenido por el asesinato. "Fue un momento horrible. Íbamos a ir a un concierto de Beyonce así que fuimos todas a su oficina. Al llegar vimos la puerta cerrada y ya tuve un mal presentimiento... fue un shock".
Hoy, el propietario de su equipo actual, un multimillonario uzbeco llamado Iskander Makhmudov, tiene cierto paralelismo con la figura de un súper empresario pero que toma mayores recaudos a la hora de intervenir en el básquet. Hay juegos, con sus correspondientes celebraciones, y un claro cumplimiento con cada pago, manteniendo un estilo muchísimo más lujoso que el del Spartak en su momento.
Económicamente, Ekaterinburg es un club difícil de igualar en cuanto a las prestaciones que le otorga a sus jugadoras: ofrece aviones privados, comidas entre sus prácticas diarias, en el caso de Taurasi la jugadora tiene su propio entrenador personal, un chofer que la lleva y acompaña a todos lados, un apartamento de dos ambientes para ella sola y con vista panorámica a toda la ciudad.
La diferencia está en lo que le ofrecía la WNBA, donde la figura tiene que viajar desde las 6 AM a entrenarse desde Southwest, con conexiones en Atlanta o Dallas. Ella debe trasladarse por sus propios mecanismos, y nadie se preocupa por su almuerzo. Si esto le sumamos la clara diferencia en el salario WNBA/Europa (107 mil dólares contra 1.5 millones), hay beneficios que serían difíciles de pasarse por alto.
Uno puede estar de acuerdo o no, pero la realidad indica que en materia de números hay una gran justificación. La decisión puede ser discutida y de hecho se han creado incontables debates al respecto, pero sería injusto disparar munición gruesa hacia una deportista que, como todas, tiene derecho a elegir, priorizar y garantizar su propio bienestar.
"No ha sido ni un golpe encima de la mesa ni nada parecido. Sólo es mi decisión personal. Mi agente que dijo que no hacer esto sería una irresponsabilidad desde un punto de vista financiero. Y la verdad es que eso sí que es un tabú que no entiendo. Parece que como eres deportista no deberías preocuparte por esas cosas. La gente quiere que no nos preocupemos por nuestro futuro, por cuando tengamos 40 años y nos cueste caminar porque tendremos las rodillas hechas polvo. ¿Me dará alguien entonces un trabajo en su empresa o su negocio? No tengo experiencia en nada más. Este es mi trabajo. ¿Por qué no tendría que dedicarme a ganar la mayor cantidad de dinero que pueda?", puntualizó.
Taurasi llevaba nueve años ininterrumpidos alternando las temporadas de la WNBA y Europa. En Estados Unidos la competencia femenina es corta, cercana a unos 4 meses de actividad en fase regular y sumando un mes más si tomamos playoffs, mientras que los certámenes europeos se desarrollan desde octubre/noviembre hasta abril/mayo, por lo que una atleta puede repartirse entre estos torneos tranquilamente. Ahora, Taurasi no lo hará por el contrato ofrecido desde Rusia donde le piden cuidar su físico para estar al 100% metida en Europa.
Una visión particular, por experiencia propia, es la que aportó Candace Parker, figura de Los Angeles Sparks en la WNBA. Parker, casada con el ex NBA Shelden Williams, también es jugadora del Ekaterinburg desde el 2010 y, aunque ella sí seguirá alternando WNBA y Europa, explicó una postura muy sencilla: "la gente piensa que nosotras vamos a Europa cuando estamos fuera de temporada, pero la realidad es que la WNBA es nuestra temporada baja y que Europa es nuestra temporada alta. Aquí es donde nosotros trabajamos para cuidar de nuestras familias".
Está claro que, con su decisión, Taurasi pudo haber desencadenado el principio de un debate que dará mucha charla. Pero sin dudas es una postura obvia y entendible si tomamos en cuenta la vida útil de un deportista de elite y su prioridad por pensar en uno mismo y su familia.