Atalaya | 31 | 14 | 3 | 17 |
Temperley | 30 | 13 | 4 | 17 |
Gimnasia | 30 | 13 | 4 | 17 |
Provincial | 29 | 12 | 5 | 17 |
Caova | 28 | 11 | 6 | 17 |
Sportsmen | 28 | 11 | 6 | 17 |
Unión y P. | 26 | 9 | 8 | 17 |
Atlantic | 25 | 8 | 9 | 17 |
Sp. América | 25 | 8 | 9 | 17 |
Náutico | 25 | 8 | 9 | 17 |
Unión AS | 23 | 6 | 11 | 17 |
El Tala | 22 | 5 | 12 | 17 |
Echesortu | 22 | 5 | 12 | 17 |
Central | 22 | 5 | 12 | 17 |
Regatas | 22 | 5 | 12 | 17 |
Fisherton | 20 | 3 | 14 | 17 |

26/02/2009 |
Blog |
Las vacaciones se terminan en el básquet. Ya los equipos están en pleno trabajo de pretemporada y Básquet Rosario, que se mantuvo activo con la actualidad de los pases, se prepara para un año con gran actividad. Ya el tiempo libre empieza a escasear, pero con recopilación de textos de David Ferrara y datos recogidos en páginas de todo el mundo, hay lugar todavía para repasar algunas historias interesantes.

Cuando Kareem Abdul Jabbar se retiró había enfrentado a más de 12.000 jugadores, no sólo en la NBA sino en sus partidos barriales. En el momento de anunciar su determinación convocó a una conferencia de prensa y allí le pidieron que mencione al mejor jugador al que se había enfrentado. El mítico Lew Alcindor, máximo anotador de la historia de la NBA, no dudó. “Earl Manigault, fue el mejor de la historia”, afirmó.
Grandeza deportiva, miseria humana. La vida de Manigault estuvo marcada por un permanente claroscuro. De tan sólo 1,85, el hombre de raza negra escribió una historia increíble que incluso pasó a la posteridad en libros y películas. Le decían The Goat (la Cabra).
Nació en la calle 98, en pleno corazón negro del Harlem, en Nueva York. Fue en el verano de 1943. Su niñez transcurrió en una zona donde los blancos no se animaban a entrar. Un barrio en el se destacaban tres cosas: la droga, la violencia y el básquet. Earl era demasiado chico para inclinarse por las dos primeras, y por eso se dedicaba a mirar los partidos de básquet.
El colegio le llegó como un molesto trámite. La Franklin High School lo recibió y no pasó desapercibido, ya que causaba sorpresa por su capacidad para jugar al básquet así como por fumar marihuana en los recreos. La historia terminó con la lógica expulsión antes de llegar a aprobar materia alguna. Pasó otros dos años en el instituto de Laurindburg, donde usaba los libros sólo para volcarlos en el aro del patio. Su capacidad académica era nula, pero 75 universidades se interesaron en él y le ofrecieron becas.
Manigault era desconfiado por naturaleza y se decidió a ir a la Johnson Smith, a la que asistían únicamente estudiantes de color. Allí apenas estuvo un año, pero para siempre quedó reflejado su apodo: The Goat. La culpa la tuvo un profesor, que no podía pronunciar bien su apellido y lo separaba “mani goat”.
De allí en más decidió vivir del básquet, con apuestas y jugando todos los partidos posibles por dinero. Dicen que llegó a jugar 20 horas seguidas y en una de ellas convirtió 52 puntos sin errar en un primer tiempo. En el descanso, Julius Erving se acercó para decirle que había ido a comprobar su talento porque no creía lo que le contaban, pero que era todo verdad.
La fama de Manigault tuvo su pico en la parte final de los sesenta y principios de los 70 por jugadas que nadie había visto antes. La más célebre era el Double Dunk: en contragolpe y cuando no había alcanzado lo más alto de su salto, volcaba con una mano cuando, sin tomarse del aro, dejaba caer el balón lo justo para agarrarlo con la otra mano y volcarla nuevamente. Increíble.
La ley de la calle le pasó factura y en 1969 fue detenido y encarcelado por posesión de heroína. “Cuando dejé la escuela me incliné con facilidad por la heroína”, explicó. Tras algunos meses de prisión, regresó a la denominada Liga Rucker de las calles, que se había convertido en un furor en el Parque de la calle 98, que hoy lleva su nombre: The Goat Park. Más de 10.000 personas pasaron por allí para ver a aquel prodigio. Entre ellos, el mismo Abdul Jabbar, con su amigo y vecino Billy Cristal, Erving, Nate Archibald y los ya permitidos blancos Bill Bradley o Dave Cowens fueron testigos de sus hazañas y rivales ocasionales.
Manigault ya era adicto a la heroína y necesitaba casi 100 dólares diarios para calmar la sed de sus venas. No tardó en sufrir las consecuencias. Tras dos desmayos en un mismo partido, debió abandonar el torneo callejero.
Sin embargo, fue reclutado para el campo de entrenamiento de Utah Stars, de la Liga ABA, pero al millonario dueño Bill Daniels no le importó su talento y debido a la adicción lo rechazó. En 1977 The Goat fundó su propio torneo, un mes antes de ser detenido en pleno Bronx por el intento fallido de robo de 6 millones de dólares a mano armada. Debió pasar dos años en prisión en Ossining, Nueva York.
Devaluado físicamente tras trece años de adicción, escapó con dos de sus siete hijos (sin esposa reconocida) a Charleston, Carolina del Sur. En aquel estado los negros todavía eran tratados con desprecio y, a pesar de que trabajaba honradamente por primera vez en su vida, no demoró en volver a su vieja comunidad. Ya no era una estrella sino un indigente con serios problemas cardíacos.
Comenzó a trabajar en programas de rehabilitación para adictos y trató de superar los dolores de pecho. En 1987 fue operado del corazón y se salvó de milagro.
Volcado a la comunidad, fundador de muchas asociaciones contra la droga y torneos en Harlem, la vida lo abandonó el 15 de mayo de 1998 a las 12.45 cuando apenas unos metros lo separaban de una destartalado aro. Unas semanas antes de su muerte, un periodista del Times mencionó a Michael Jordan en una entrevista. Earl, como siempre, fue sincero: “En cada Michael Jordan hay un Manigault oculto que puede despertar si algo falla. No se puede hacer todo bien. Alguien puede caerse. Ese fui yo”.
LAS HAZAÑAS MÁS RECORDADAS
Necesitado de dinero, casi todas sus hazañas llegaron precedidas de miserables apuestas que debía ganar para poder comer o drograrse. Una moneda de 25 centavos era el premio habitual. Y justamente de un salto, The Goat volaba y la colocaba sobre el aro para luego volar con el balón en una mano, apresar con la otra la moneda y volcar pelota y moneda. Aquella misma hazaña había sido realizada también por otro rey de la calle: Jackie Jackson en Long Island. Manigault medía 15 centímetros menos. Su salto nunca fue medido, pero se calcula que llegaba a los 132 centímetros en vertical, algo increíble.
En una ocasión alguien del público le ofreció un premio de 60 dólares si conseguía 20 volcadas de espaldas en un partido. Aceptó y lo repitió 36 veces de forma consecutiva. No existe un solo video de Manigault en acción.
Algunos de sus compañeros de batalla fueron Joe el Manco Lewis (le faltaba un brazo pero nunca un arma en sus pantalones), Joe Hammond (rechazó una oferta de los Lakers explicando que ganaba el triple traficando heroína) o Herman Helicóptero Knowlings, de quien se cuenta la quimera de que una vez le cobraron tres segundos mientras estaba en el aire.

