¡¡¡Holaaa amigos!!! Cómo verán, las amenazas proferidas en mi contra durante los últimos días todavía no llegaron a buen puerto, por lo que desde mi cubil felino (y sí, esto está lleno de gatos) puedo enviar estas líneas vía fax como se hacía en los tiempos del viejo periodismo, ese que valía la pena leer. Espero que el desgraciado que las transcribe no modifique nada como sucedió en las últimas semanas, lo que desembocó en el enojo de algunos personajes y desencadenó que la casilla de correos se transforme en un puteadómetro. Pero para los distraídos reiteramos el concepto: muchachos, o entienden la onda de la columna o se van a la recalcada.....

Imposible obviar el desempeño del seleccionado rosarino en el torneo provincial disputado en la metrópoli cañadense, capital nacional del panqueque, tierra natal de Eduardo Bazzi, directivo que vendió la plaza de su club (Sport) en la Liga y se vendió a él mismo hasta llegar a manejar la Asociación de Clubes.

Lógicamente no pude asistir desde el comienzo porque la gerencia no autorizó el viaje en Monticas porque en las últimas semanas superé el gasto de tarjetas interurbanas para cubrir las emocionantes fechas de primera C (*). De todas maneras no me di por vencido ni aun vencido y empeñé mis tesoros más preciados para poder costearme al menos un día en Cañada. Así fue como me desprendí de un disco autografiado de Pablito Ruiz, de un vhs con los mejores momentos de Carlos Altamirano en Pick and Roll TV (sólo con dos minutos usados) y de la última colección de libros “disquisiciones sobre un balance”, de los prestigiosos autores Forno y Baratti.

Sé que suena a demasiado esfuerzo para un torneucho, pero lo hice porque estaba cansado de las mentiras que llegaban desde la capital panquequeana. Los diarios y las páginas de internet nos inundaban con falacias tales como que Albanese defendía, que Gandoy la pasaba, o que Venado le había ganado a Rosario. Reuní lo poco que recaudé y el sol del domingo me encontró paseando por Cañada, la cuna de Coki y el hogar adoptivo de Pini Salles, otro gran panqueque que quiso jugar para ellos el provincial. Primero fui hasta Adeo pero jugaban Oeste con Venado, tal cual habían informado los payasos del periodismo serio. Entonces, a la carrera rumbo a Sport, mi corazón palpitaba de sólo pensar que la otra semi era Santa Fe con Rosario. No podían haber dicho la verdad, no podíamos haber quedado eliminados. Cuando vi a Pepe Fernández tirando al aro me tranquilicé. Después divisé a Quagliaro sentado en el banco y me volvió el alma al cuerpo. Íbamos perdiendo, pero no importaba: Rosario estaba en las semifinales. A los demás no los junaba, pero con tantos cambios en la semana previa por ahí habíamos venido con pibes de inferiores.

Sin embargo, un sudor frío me recorrió la frente cuando leí lo que decía la camiseta que lucían Pepe y compañía: Cañada.

Me desmoroné y me fui. Altamirano, Ferrara, Celsi, Forte, Leone, habían dicho la verdad. Rosario quedó quinto entre siete (y el séptimo fue Reconquista). Pegué la vuelta más solo que Nino Dolce en día del amigo. Estoy en casa encerrado. En mi mesita de luz puse una foto de Pastorino.    

*Pregunta para la dirigencia de la Rosarina ¿Para qué carajo sirve la primera C?

Premio repartan el negocio

Televisión, radios, diarios, revistas y ahora internet. Muchachos, se creen los dueños del básquet. Sí, a ustedes periodistas “serios”, multimediáticos, aflojen un cacho que los demás también tenemos que comer.

Premio Lucho Avilés (Rial es demasiado moderno y Polino demasiado maraca)

No sabemos bien quién es, pero en Central hay un fabricante de rumores. A horas de obtener el ascenso a la Liga B, ya se hablaba de compra de plaza en TNA y de Pablo D’Angelo como técnico. Igual parece que es todo sanata. Aguante Lancellotti.

Premio Roña Castro (antes de Gran Hermano)

Y tanto esperamos para conocer al primer árbitro al que acomodaron en la temporada. Lejos de hacer juicios de valor sobre la agresión ni apología de la violencia, menos de una interminable elucubración sobre el amor y la paz del deporte, desde aquí se critica el escaso criterio del golpeador de Baigorria, que desató su manotazo justo en cancha de Sionista, que tiene más seguridad que el Pentágono. Marche preso, no hay forma de escapar.