Los puntos mini (también se acepta en la jerga el término premini) se empezaron a utilizar en esta temporada buscando un recoveco nunca antes usado del reglamento y apuntando a afirmar una vez más que para los dirigentes de la ciudad los pibes de 12 años terminan definiendo campeonatos de equipos donde se manejan buenos presupuestos. Ejemplos sobran, como adelantar horarios de partidos para que algún papá o delegado pueda morfar y chupar con su símil de Entre Ríos, Buenos Aires o provincia a elección. Y pensar que a veces no cambian ni adelantan cuando juega la selección argentina o hay un torneo a nivel nacional.

Pero los puntos mini obligarán a revitalizar la imaginación en pos de captar niños con buenas o malas artes e iniciarlos en el mundo del deporte de la anaranjada, así los púberes se quejen y pataleen. Descartadas situaciones linderas con el delito (secuestro, rapto y demás), los más creativos ya programaron una serie de actuaciones de espectáculos infantiles para atraer a los niños. Entonces, imitadores de piñón fijo o viejos panzones disfrazados de Barney podrán amenizar los tiempos muertos o descansos de los partidos, mientras que los entrenadores ya están estudiando las nuevas indicaciones como “chu chua, chu chua”.

Pero se sabe que los pibes crecen rápido y para los más despiertos buscarían como motivación a un grupo de atractivas porristas al mejor estilo NBA pero con indumentaria digna de las marineritas de Almirante Brown o las recordadas Diablitas de Independiente.

Sin embargo, en algunas instituciones no acostumbran a trabajar en inferiores, ya que como dicen acertadamente nuestros amados dirigentes, sólo gastan plata en la primera y así es sencillo salir campeón. (¿en la NBA juegan los mini?)

Esas aterradoras instituciones que quieren ser campeonas e invierten dinero para llegar alto en el básquet, ya elaboraron un presupuesto de emergencia y por eso rentarán los primeros jugadores profesionales de menos de 14 años. Y no sólo lo harán para cumplir e impedir sufrir el descuento de los puntos mini, sino que también buscarán el título de la categoría para gritárselo en la cara a sus rivales y dar la vuelta olímpica. En un futuro quizás, si lo permite la economía, se podría pagar una hinchada para que insulte a los rivales desde chiquitos.

A no desesperar porque no sólo aquí tenemos problemas. Peor es lo de Argentina en los Juegos. Ya adelantamos que debían contratar en Rosario a los atletas y como no nos hicieron caso la cosa se complica. Pero hay que destacar la valentía del pescado Bardach, que tras casi ahogarse en la pileta decidió abandonar (no es hincha de Newell’s, no recurran al chiste fácil) y decir que estaba triste por su noviecito. No contenta con ello, dobló la apuesta en su llegada al país y denunció a los nadadores de los otros países diciendo que le ganaron porque usaban sustancias prohibidas. Y sí, ellos tienen de la buena y nosotros nos conformamos con el paco.

Pero por ahí no son celos los de esta chica, porque es obvio que los velocistas jamaiquinos están fumados o que la rusa esa tiene la garrocha arreglada.

Para la despedida volvamos al básquet o a algo parecido al básquet: el más lindo y el más feo. La reflexión que debe hacerse es que más mujeres de lo debido están viendo esta página y que son mucho más participativas que los muchachos, o, que hay varios muchachos de dudosas inclinaciones que escriben con nombre de mujer. La opinión de Molten al respecto quedó clara en la pasada entrega: es cuestión de tiempo que empiece una nueva novela o que se acumulen los platos sucios para que vuelvan a las labores habituales. Volvamos por favor a hablar de básquet, de los pésimos arbitrajes, de las panzas de algunos árbitros, de los amargos de las hinchadas, de los periodistas que no dicen la verdad, de las sanciones a los técnicos por dirigir estando suspendidos y mucho más.

Cuernos para todos