Día uno. La ilusión.
Por fin un campeonato a mi medida. Top, de punta, arriba. Los mejores cuatro de la Rosarina. Y obviamente, yo. Ante todo felicitaciones por no repetir la payasada del año pasado y hacer que se juegue este torneo (aunque coincida con el Argentino de Santa Fe no me importa porque no hay un mango para encarar la autopista y los peajes). Pero más todavía por trabajar a conciencia y con antelación, lo que permitió obtener el permiso para utilizar el Cruce Alberdi como sede, algo anunciado desde principio de año, por lo que nadie puede quejarse.

¿Cómo? Me está llegando un fax. Aguanten un cacho. Sportsmen se habría quejado y pediría el cambio de sede. Me deprimo.

Día dos. El mamarracho.

Leí los diarios. Bue, los pasquines. Parece que lo abrocharon a Central y que se pusieron de acuerdo para pasar el torneo a Sportivo América. Pero me propongo investigar. La cosa no va a quedar así. A mí el buffet de Central me gusta mucho más que el de América. Las pizzas son más ricas.

Día tres. La claridad.

El que busca encuentra. En un segundo y medio descubrí que Sportsmen no quería comerse el garrón de las finales de 2005 cuando lo sacaron de la cancha y a Central no. Ah y también puede ser que haya tenido algo que ver el final a los bifes del último duelo en el federativo. Lo cierto es que parece que Alumni y Estudiantil hicieron causa común para sacar a los canallas del estadio. El tema es que los dirigentes de la Rosarina quedaron en medio de un quilombete que resolvieron como pudieron. No respaldaremos aquí la crítica gratuita del ambiente que dice que siempre le dan una manito al Verde. Lo cierto es que a los canallas la noticia no les cayó bien, pero que ahora se juraron vengarse en el rectángulo de juego. Lindo, un poco de pimienta para el fin de semana largo.

La vida sigue

Pero hay vida antes y después del Top 4, por lo que es inminente denunciar el surgimiento de una nueva raza: Los pasteles. Por definición serían individuos de escaso nivel intelectual, que escogen mal los momentos para hacer determinadas cosas o meterse con determinado individuo. O a veces simplemente tienen demasiada mala leche. Sí, en el barrio le dirían boludos. Pero en esta columna los llamaremos pasteles, pastelitos o algo por el estilo.

Los pasteles de la semana fueron los hinchas de Saladillo y Tiro Suizo. Los dirigentes de los dos clubes se reunieron para evitar problemas y todo estuvo fantástico hasta que los perdedores emprendieron la salida de la cancha y empezaron a los piedrazos. No se sabe quién ni cómo, y tampoco si los locales respondieron, pero lo cierto es que en el gimnasio había un veedor de la Rosarina al que le regalaron un hermosísimo efecto granizo en el auto, que estaba recién retirado de la concesionaria. Mal momento, mal lugar, buena puntería. Pasteles.

Por último, atención a los vecinos del barrio lindero con la terminal de colectivos. En uno de los últimos duelos de un club de la zona habría aparecido un individuo al que denominaron el Cacheteador de calle Iriondo, que suele abofetear a sus compañeros de mesa de control. Cuidado. A estar atentos.